El Obispado de Plasencia fue erigido canónicamente por el Papa Clemente III, a instancias del rey de Castilla Alfonso VIII, en el año 1189, poco después de la fundación de la ciudad por el referido monarca -Ut placeat deo et hominibus-, siendo su primer obispo Don Bricio.

Desde el principio de su fundación, la diócesis perteneció a la Sede Metropolitana de Compostela. A partir del Concordato de 1851, dependió de la jurisdicción de la Iglesia Metropolitana Primada de Toledo.

En 1994, el Papa Juan Pablo II creó la Provincia Eclesiástica Emeritense – Pacense, que agrupa a las tres diócesis extremeñas: Badajoz, Coria – Cáceres y Plasencia.

La extensión de la diócesis es superior a los 10.000 kilómetros cuadrados, repartidos en tres provincias: Cáceres (donde está la mayor parte del territorio diocesano y donde se localiza la capital del obispado, Plasencia), Badajoz (con ciudades como Don Benito, Guareña, Medellín y Navalvillar de Pela) y Salamanca (con la ciudad de Béjar).

El crecimiento de la ciudad se produjo por la creación de la Diócesis, debido a varias causas: al obispado se le asignan territorios prósperos en agricultura y ganadería; el desplazamiento de los musulmanes hacia el sur; y a los beneficios obtenidos por los impuestos a la Iglesia.

Plasencia se convierte en una ciudad de realengo por la presencia de una nobleza cada vez más poderosa (Zúñigas, Carvajal, Monroy, Trejo, Paniagua…) y porque en los territorios que la rodean se crean señoríos.

Según avanzan los reinos cristianos hacia el sur, la ciudad vive periodos de paz que ayudan al desarrollo del urbanismo de la ciudad, gracias a la Diócesis y a la nobleza.

Las peregrinaciones son un fenómeno universal de la antropología religiosa, y el mundo cristiano no es ajeno a ello.

En los albores del siglo XIII los desplazamientos a los lugares de culto en Europa empiezan a entrar en su apogeo y en la Península Ibérica, es Santiago de Compostela el centro más importante.

En estos momentos las rutas de peregrinación no están definidas, por eso una ciudad como Plasencia, con un marcado carácter religioso, ofrece hospedaje y hospitales a los peregrinos.

En Plasencia, la catedral tiene un papel importante en la vía de la plata, ya que es punto de paso de peregrinos hacia Santiago; qué mejor lugar para celebrar una exposición de la Edades de Hombre, que evoca la evolución, las transformaciones y otros significados ceñidos a pasajes y expediciones viajeras así como la búsqueda de trascendencias espirituales.